viernes, 11 de marzo de 2011

Balance positivo

Estos días de la semana blanca hemos estado de viaje. Nos gusta viajar. (Aunque odio deshacer maletas y recomponer la rutina.)
Creo que ha sido un buen viaje. Masha de nuevo ha sido capaz de entusiasmarse con lo que estábamos viendo. Ha sido capaz de escuchar, entender, descubrir y sobretodo aprender. Como en los buenos tiempos, pero mejor, con más capacidad, con más posibilidades.
Siempre me ha gustado explicar historias. Y en esta ocasión he explicado un montón. He disfrutado explicándolas y Masha ha disfrutado escuchándolas y entrando en ese universo mágico que se crea cuando los cuentos dejan huellas en la realidad.
Por lo que a Serguei se refiere la cosa es algo más complicada. He conseguido que a la pregunta "¿Dónde has estado?" diga "Roma". Primer punto, ha aprendido que hemos estado en otra ciudad. Ha aprendido que en esta ciudad no vivimos, no tenemos una casa sino un hotel. Para llegar hasta "Roma" se debe coger el "avión". El avión "vuela" y en él los niños "duermen". (¡¿O acaso desconoces esta verdad universal?!)
Creo que no ha aprendido nada más.
Para un niño con 4 años recién cumplidos es muy pobre. Me consta. Pero mi paciencia y mi capacidad de explicar no ha dado para más.
En su caso el balance se cierra con dos episodios memorables en el que se elevó a arte el hecho cotidiano de "molestar". Activar la alarma de incendios del hotel (este verano llegó a hacerlo hasta 4 veces en el crucero por el Rhin, vamos mejorando aunque no aprendiendo) y meter el pie entre el andén y el vagón de metro. Quiso la fortuna que tras forcejear entre las corrientes de gente empujando mientras entraba y salía a toda prisa el zapato no cayera a las vías, cosa que hubiera motivado que fuera descalzo de un pie hasta el hotel. Porque no lo pensaba coger en brazos.
Ambas son cosas que él sabe que no se deben hacer porque le perjudican. Porque se hace daño o porque simplemente se queda relegado a estado meditativo en lugar de jugar. Pero... la necesidad de llamar la atención pasa por encima de esas menudencias.
Perdono la curiosidad, pero no el desafío y el reto perenne. Y sobretodo lamento decir que desprecio la estupidez y el no ser capaz de aprender. No por imposibilidad física sinó por testarudez y prepotencia.
Balance del viaje... positivo. Serguei como siempre, mejorando levísimamente. Pero Masha mucho mejor, disfrutando por fin. Al menos,... he recuperado a una hija.

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