sábado, 12 de marzo de 2011

Gracias

Hoy he hablado con otra mamá. Está en ese punto horrible en el que debe decidir si rechaza su asignación o no. Nada frívolo, es un tema médico muy grave. Tanto, que justifica sobradamente la decisión de rechazar. No hay duda posible. Está destrozada.
No es la primera mamá que conozco de cerca que pasa por ello. Sus miedos, sus dudas, su angustia... es algo universal. Todas las familias con un rechazo de asignación pasan por ello. Y si se deciden por rechazarlo, el duelo. El duelo terrible de perder un hijo. Todas las ilusiones y las esperanzas que tenían nombre y ahora apellido simplemente se volatilizan. Es más, y ¿qué será de él? ¿si yo no lo cojo, alguien le dará una buena vida? Porque donde está, no la tiene. No lo estás dejando en buenas manos.
¿Podrás ser feliz sabiendo que es posible que lo condenes a una vida de miseria? ¿Sin posibilidad de final feliz? ¿Le vas a quitar la posibilidad de ser feliz cuando ya casi lo tenía?
No puedo hacer nada por ella más que darle mi cariño y mi apoyo incondicional. Intentar transmitir esperanza. Escucharla y estar a su lado.
Esta noche veré la cara de ese crío en sueños una y mil veces. Y mi pena no llegará ni a la millonésima parte de la que están sufriendo los padres.
Y daré gracias.
Porque mis niños no están enfermos. Porque no he pasado por eso.
Y sentiré verguenza y humildad. Porque por muy difícil que sea mi día a día hay madres que soñarían porque fuera el suyo.
Gracias...

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