viernes, 11 de marzo de 2011

Molestar

Hemos acuñado en casa una filosofía muy particular. Tengo la enorme suerte de ser madre de una criatura que cuanto menos es de difícil convivencia. Vale, entiendo que no ha tenido una vida fácil y procuro meterme en su piel. Pero una persona que tiene como objetivo último tocar las narices al prójimo, pues me dirás que lo más amable que se puede decir sobre ella es que es de difícil convivencia.

Me hace mucha gracia la gente que adopta un crío y explica las maravillas de la adopción. No ha sido mi caso con Serguei. Fue difícil desde el primer día hasta el de hoy. Procuro tener paciencia, ver el lado positivo pero a días resulta insoportable y lo único que quieres es perderlo de vista para simplemente recuperar un poco de equilibrio emocional. Porque una es humana.

A Serguei le digo que no es malo. Él es bueno, por supuesto. Lo que pasa es que a veces hace cosas que "molestan". Y molestar es algo que en esta familia no gusta. En el mejor de los casos, cuando su comportamiento molesta dejamos de hacerle caso, que es lo que más le gusta en la vida. Es el término "paso". Si la molestia es más gravosa entonces a parte de pasar, es necesario que se retire al sitio más adecuado para "pensar". Lo cual es de lo más aburrido, pues es bien conocido que a los 4 años la filosofía no es el fuerte de ningún crío.

En cualquier caso lo que queda claro es que molestar no trae jamás consecuencias positivas. Llevamos 2 años repitiendo hasta el aburrimiento y siendo consecuentes con esto. Así que quisiera yo saber por qué aún a día de hoy no ha entrado esto en su cabeza. Por qué esta misma mañana ha conseguido ir a pensar 4 veces y cuando por fin hemos ido al parque a jugar con unos amigos ha tenido que acabar sentadito en el suelo al lado del banco en lugar de disfrutar. No hace falta explicar la cantidad de proezas que ha tenido que acumular para llegar a este estado.

Del 100% de cosas que he dicho hoy o he propuesto hoy a él le han parecido mal el 90% y me lo ha dejado claro. Es muy cansado. Y triste, porque sólo estoy deseando que vuelva al cole y yo al trabajo, aquel mundo de locos pero en el que al menos gracias a dios, no me tocan las narices por sistema y veo recompensado mi trabajo con la simple satisfacción de haberlo hecho bien.

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